Ruta circular en plena Sierra Morena cordobesa que transita por caminos, entornos naturales y puntos de gran valor patrimonial e histórico como la milenaria Vereda de Trassierra y las torres del Beato, de las Siete Esquinas y Fuente del elefante, todos ellos de época califal.
CARACTERÍSTICAS
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Fecha | Mayo 2015 |
Ubicación | Sierra Morena (Córdoba) |
Pueblos cercanos | Santa maría de Trassierra |
Distancia aprox. | 18,1 Km. |
Tiempo aprox. | 9 horas (paradas incluidas) |
Alturas / desnivel | Mínima: 270 m - Máxima: 520 m |
Dificultad | Baja |
Trazado | Circular |
Track | Descargar aquí |
Comenzamos en el km 5,5 de los 11,3 que tiene la milenaria Vereda de Trassierra (PR-A 343), perteneciente a la Red de Vías Pecuarias y que comunica el casco urbano de Córdoba con la localidad de Santa María de Trassierra. El punto de inicio es junto a una gasolinera en el cruce de las carreteras de Trassierra, de San Jerónimo y de las Ermitas.
A partir de aquí la vereda coincide con el camino público municipal Camino de Turruñuelos y nos introduce por una estrecha senda en una zona de umbría.
El sendero se abre entre madroños, encinas, lentiscos y brezos.
Pasamos por este puente de madera sobre un pequeño arroyo.
Y llegamos al punto mas alto de la Vereda de Trassierra con un extenso paisaje ante nosotros.
Ahora todo es en continua bajada.
La Junta de Andalucía habilitó y señalizó el sendero.
Dejamos a nuestra derecha la entrada a la Urbanización Pinar de Torrehoria.
A 1,3 km por la carretera se encuentra Santa María de Trassierra.
Pero nosotros tomaremos dirección noroeste para dirigirnos por un camino ancho y cómodo hasta el Cortijo del Caño de Escarabita.
El Cortijo o Lagar del Caño de Escarabita a nuestra derecha.
A unos 600 metros de este lugar se encuentra nuestro siguiente hito, el punto de mayor interés histórico de la ruta, la Fuente del Elefante o Caño de la Escarabita.
A nuestra izquierda se encuentra el paleopolje de la Escarabita una gran depresión de roca caliza desprovista de vegetación.
Antes de llegar a la fuente vemos a la derecha el antiguo Lagar de Valderrama.
Y llegamos a la Fuente del Elefante. En su extremo meridional está la arqueta de recogida del agua.
En un lateral de la arqueta se puede ver el pilar donde vertía el caño original de la fuente. Ahora solo llega por filtración.
La Fuente del Elefante o Caño de Escarabita es un manantial que debe su nombre a la escultura de un elefante de época califal (siglo X) que hasta 1988 ocupaba el pedestal situado en el centro del estanque y adosado al canal. Lo que vemos es una réplica, la original se encuentra actualmente en el Museo Diocesano y está labrado en caliza cámbrica. Constituye una de las pocas imágenes islámicas que se conocen, pues su religión prohibe la reproducción de figuras animales y humanas. la técnica analítica del carbono C14 ha proporcionado una cronología entre los años 982 y 1193 B.P.
Esta fuente formaba parte de un palacio de recreo que mandó a construir el califa Abderramán III quedando todavía restos de las conducciones hidráulicas. Se cuenta que todos los devotos islámicos tenían la obligación de trabajar en la finca al menos una semana al año para costear con los beneficios el arreglo y mantenimiento de la Mezquita Aljama de Córdoba.
Los romanos construyeron el Acueducto de Valdepuentes (Aqua Augusta), para llevar el agua desde la Fuente del Elefante y el Arroyo Bejarano hasta la ciudad de Corduva. Posteriormente los árabes reutilizaron este acueducto para abastecer de agua a la ciudad de Medina Azahara. El agua que sustenta la fuente proviene de una fractura en el polje de la Escarabita.
También a sido una "fuente de inspiración". El lugar ha sido muy mencionado en la literatura árabe antigua por la belleza que poseyó en otro tiempo. Hay quien sitúa en el vasto prado que aquí se encuentra el “Valle de las Rosas”, del que habla Al-Sagundi (famoso escritor árabe de aquella época) en su Risala o “Elogio del Islam español”.
Una parte del agua se desviaba hacia la parte trasera del elefante surgiendo por los colmillos laterales.
En Santa maría de Trassiera hay otra réplica del elefante.
Foto hecha por Rosa Blanco
A pocos metros se conserva un tramo de la acequia por la que aportaría el agua para riego de huertas cercanas, quizás también para el funcionamiento de algún molino.
Continuamos nuestro camino.
Llegamos a un cruce donde la Vereda de Trassierra continua por la izquierda. Nosotros lo hacemos por la derecha hacia los Baños de Popea.
Dejamos el carril y tomamos un sendero.
Entramos en el bosque de ribera del arroyo del Molino, tributario del río Guadiato.
Antigua acequia.
Llegamos a una gran poza con un salto de agua.
Se conoce como "Baños de Popea".
Según el poeta Pablo García Baena, el nombre de "Baños de Popea" se lo dio el ilustre Ricardo Molina cuando, paseando por estos lares los tres amigos (poetas todos), entre los que se encontraba también Juan Bernier, al ver a dos chicas bañándose en la poza exclamaron: "¡mirar chicos, como Popea en el baño!”. Las chicas, vecinas de Trassierra, se quedaron con las palabras y lo difundieron entre sus amigos y familiares y es así como ha pasado este topónimo hasta nuestros días, convirtiéndose en uno de los lugares más representativos de la sierra cordobesa.
El topónimo tiene como origen una película conocida que se estrenó en los años 50 y en la que aparece Popea Sabina, la mujer de Nerón, bañándose en un gran baño de leche de burra. La mujer de Nerón se hizo famosa en Roma por su belleza y coquetería, implantando en la sociedad romana nuevos métodos de belleza, como sus baños en leche de asna para mantener su juventud.
Llegamos al Molino del Molinillo.
El Guadalquivir y sus afluentes tuvo en época árabe en el siglo X la mayor concentración de molinos de toda al–Andalus. El descubrimiento del molino fue toda una revolución industrial en época medieval, ya que permitió fabricar harinas en grandes cantidades y así abastecer de pan a la enorme población de la Córdoba califal del siglo X. En este tipo de molinos, el agua previamente canalizada constituye la fuerza motriz necesaria para mover las ruedas que accionaban pesadas piedras que transformaban el grano en harina.
Por encima aun puede verse el canal por el que circulaba el agua.
Luego caía hacia el molino para mover el rodezno.
Plano del molino del Molinillo.
El agua que salía del molino pasaba por otro canal situado sobre este puente para luego verter al arroyo.
Vadeamos el arroyo del Molinillo.
Lirio de agua (Iris pseudacorus)
El paisaje se abre en la desembocadura del Molinillo al río Guadiato, uno de los afluentes más importantes del Guadalquivir.
Continuamos por el bosque de ribera del río Guadiato.
En una parada que hicimos en la orilla del río tuvimos la compañía de este curioso petirrojo que de forma descarada se quedaba a muy poca distancia observándonos. No es bueno que sea tan confiado.
Dejamos el río Guadiato en la desembocadura del arroyo del Bejarano y comenzamos a subir paralelos a su cauce.
Llegamos a las minas del Bejarano.
De aquí se extraía calcopirita que aportaba cobre de primera calidad. El río Guadiato era una de las vías por la que circulaba el mineral extraído de Sierra Morena, que era transformado en lingotes en las fundiciones de los alrededores.
La mitad norte de la provincia de Córdoba ha sido desde la prehistoria hasta mediados del siglo XX una de las regiones más prolíficas en cobre, plomo y plata. Su explotación minera se inicia en el calcolítico, en torno al año 3000 antes de Cristo, en la época de Tartesos (siglos VIII–VII aC.). Estos recursos metálicos ocasionaron el nacimiento y desarrollo de la ciudad de Corduba, anterior a la romana. En época romana las minas multiplicaron su número y mejoraron sus técnicas de producción, convirtiendo a Corduba en capital.
Los musulmanes reabrieron las minas más importantes iniciadas por los romanos y a los metales extraídos de ellas debió Córdoba el resurgir de su capitalidad y dominio peninsular. Tras el paréntesis de paralización ocasionado en época medieval cristiana y el mundo moderno, las minas se reabrieron en la segunda mitad del siglo XIX por compañías francesas e inglesas que hicieron de Córdoba de las primeras exportadoras de plomo y plata de Europa y la primera en cobre.
Seguimos paralelos al curso del arroyo del Bejarano.
Nos desviamos algunos metros del camino para ver las ruinas del Molino del Martinete.
Este no era un molino para tratar el grano, sino para moler mineral. Según cita Ramírez de Arellano, cronista de Córdoba, a finales del siglo XVIII existía aún una de estas máquinas de batir cobre en este lugar; estos artilugios eran conocidos como batanes. Estos molinos fueron todo un descubrimiento que los árabes aportaron a nuestra civilización.
Plano del molino del Martinete.
Continuamos por la Vereda de la Pasada del Pino. Esta vereda nace en Trassierra, atraviesa el Bejarano, Baldíos del Río, Alhondiguilla y termina en Cerro Muriano, cerca del pico Torreárboles.
Delphinium elatum (espuela de caballero).
Este cartel nos indica que estamos en el "rincón del duende".
El "rincón del duende" es eso: un rincón con encanto.
El camino se va separando del arroyo y el paisaje se ensancha pasando del bosque de ribera a otro donde predomina la encina y el alcornoque. Por aquí pasaba una calzada romana pero no la vimos. Posiblemente se construiría para sacar y transportar el mineral de la zona.
A nuestra izquierda están las ruinas del molino y cortijo del Bejarano.
Y a la derecha se encuentran las ruinas de la fábrica de paños del Bejarano.
Para acercarnos hay que cruzar el arroyo del Bejarano.
Esta antigua fábrica servía para la elaboración de paños. Fue construida hacia el año 1860 por un lugareño de Béjar (Salamanca), motivo que da nombre a este arroyo. En la época en que eta fábrica estaba en funcionamiento, los recursos eran escasos y muy valorados, por lo que éstos se reutilizaban. Así, se hacía por ejemplo con los trapos viejos, que servían para la elaboración de nuevos tejidos conocidos también como “jarapas” y también para la fabricación de papel. Estas ruinas fueron escenario en el año 2003 de la grabación de la película “Carmen” del director Vicente Aranda.
Regresamos al sendero y nos acercamos a otro lugar con historia: el primer venero del Bejarano.
Cascada conocida como "el primer venero del Bejarano", cuyo caudal siempre ha estado activo. Apenas quedan restos de una antigua construcción desde la que brota el agua: la captación del acuífero. Los romanos supieron captar este gran manantial único en esta sierra por el gran volumen de agua en cualquier época del año (según estimaciones de 20.000 a 35.000 m3/día).
Al parecer, aquí comenzaba uno de los grandes acueductos de la Corduba romana del siglo I denominado Aqua Augusta (hoy se conoce como de Valdepuentes) y con más de 18 km de longitud. Este venero es la presa que servía para desviar el agua hacia la canalización. En el período islámico el acueducto siguió siendo utilizado fundamentalmente para abastecer a la ciudad palatina de Madinat al–Zahra.
Pasamos por las ruinas de la Casa del Coronel que estuvo destinada a la fábrica de paño en origen. Sin embargo fue un eremitorio y su entorno constituyó un lugar de retiro y oración para anacoretas.
Mas adelante llegamos de nuevo al Cortijo del Caño de Escarabita y continuamos en dirección noreste.
Y pronto caminamos junto al cauce del arroyo del Molinillo, pero esta vez por el bosque en galería próximo a su cabecera. Anteriormente, en los Baños de Popea, caminamos cercanos a su desembocadura.
Y por un sendero que pasa casi desapercibido llegamos a la Torre del Beato, de época califal y construida a una altura superior a los 500 metros sobre el nivel del mar, lo que la pone en conexión visual con otras fortificaciones similares del entorno.
En época de dominación islámica Córdoba contaba con un cinturón defensivo compuesto por torres vigías con capacidad de comunicarse entre ellas de día mediante humo y de noche mediante señales luminosas. Desde las almenas los vigías podían divisar torres cercanas como la de las Palomas o la de las Siete Esquinas y vigilar los caminos que seguían los minerales extraídos de las entrañas mismas de la montaña.
La torre del Beato recibe ese nombre por haber vivido en ella un santón o eremita durante muchos años, no antes del Califato sino después de la Reconquista.
Se trata de una torre prismática de planta casi cuadrada y de unos 9 metros de altura. Está construida en mampostería de ripios de cuarcita gris enlucidos de mortero de cal y arena. La longitud del muro este es de 5 metros, mientras que la del muro norte es de 4,90. El grosor de los muros es de 1,20 metros.
La azotea está coronada por cuatro merlones angulados en cada una de sus cuatro esquinas y alguno intermedio. Sorprende su coronación de almenas sirias con las que podemos relacionarla con otros edificios de época emiral, como la mezquita aljama de Córdoba.
Posee una plataforma de apoyo alrededor de la base que sobresale en planta unos 50 centímetros. y que posee una altura también de 50 centímetros. Esta plataforma está hecha a base de sillares de cuarcita gris.
Alrededor de la torre, en la cara oeste, existe un recinto separado de la misma 2,90 metros, que quizás forme parte del sistema defensivo completo del conjunto. Está construido en mampostería similar a la de la torre y se conserva en unos 16,50 metros de longitud, siendo su anchura de 1 metro y su altura de 1,30.
En el interior la torre se divide en 2 plantas aparte de la azotea que coronan las almenas. La planta baja es un habitáculo cubierto por una bóveda de ladrillo, con unos escalones adosados al muro, que permiten entrar por una estrecha entrada al piso superior.
Bóveda de la planta baja.
Entrada al piso superior
Bóveda del piso superior y acceso a la azotea.
Vamos al siguiente hito histórico.
La Torre de las Siete Esquinas. Se ubica junto a un antiguo cortijo, hoy en ruinas, a unos 450 metros de altitud sobre el nivel del mar. Es una atalaya vigía de la época islámica o califal y desde ella se divisa, al este, el amplio valle donde está situada la ciudad de Córdoba.
Asimismo, posee conexión visual con otras torres similares del entorno, como la Torre de las Palomas y la Torre del Beato. Estos torreones cumplían la función de vigilancia de la ciudad, de los caminos y de las conducciones de agua hacia Córdoba.
Torre de las Siete Esquinas
Según indica B. Olivares, se conserva una tradición, recogida por Morales, según la cual esta torre es de origen islámico, siendo construida alrededor del año 858 para garantizar que el Monasterio de Peña Melaria no volviese a resurgir tras su destrucción. En el caso de no ser cierta esta tradición, esta fortificación puede corresponder al período califal, siendo una avanzadilla defensiva de la capital cordobesa o de la ciudad de Madinat al-Zahra.
Por otro lado, en un documento de hacia 1406 se menciona el diezmo de unos olivares situados el pago de las Siete Esquinas (Sanz, p. 68), lo que indica que la torre ya podía tener su apariencia externa poligonal como mínimo a principios del siglo XV.
Se trata de una torre de planta y apariencia poligonal, de donde deriva su nombre. Curiosamente, y en contra de lo que indica tal denominación, es una torre pseudo-ochavada, es decir, que posee ocho ángulos al exterior, pero no así al interior, donde se ve que era una torre cuadrada que en algún momento fue modificada en planta al exterior, al hacerla de forma poligonal.
Está construida de mampostería con piedras irregulares, ladrillos y tejoletas unidos con cemento de cal y arena. Las medidas del interior son de 3,42 metros en cada lienzo. El grosor de los muros es de 90 centímetros y la altura total de la torre ronda los 4,75 metros.
Plataforma de apoyo.
Interior de la torre
Alrededor de la torre, en su parte sur y oeste se conserva un lienzo de muro, también de mampostería, de unos 90 centímetros de altura que puede corresponderse con los restos un antiguo albacar o con una terraza para asentamiento de la torre.
Córdoba
Los jérguenes y aulagas van invadiendo el sendero. Hay que tener cuidado con sus espinas.
El sendero conecta con una pista asfaltada que a 150 m. acaba en el Mirador de las Niñas.
El mirador está hecho una pocilga y además los lentiscos han crecido tanto que apenas dejan ver. Se obtienen mejores vistas desde la Torre de las Siete Esquinas.
Continuamos por la pista en dirección contraria teniendo el Lagar de las Niñas a nuestra izquierda.
Llegamos a un cruce donde a 500 metros tenemos el punto de partida, donde aparcamos el coche.
Mapa de la ruta
Perfil
De lo mejor que se puede hacer tan cerca de Córdoba
ResponderEliminarMuchas gracias por esta fantástica descripción
ResponderEliminarMagnifica ruta y mejor descripcion! GRACIAS
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