Hablar de Punta Cantera, es hablar de la Heredad de Fadrique, los almacenes para la pólvora de Su Majestad, del Lazareto de Osio o de Infante, del sitio a Cádiz, del muelle de la pólvora, de los 100.000 hijos de San Luis... Un lugar cargado de historia hasta hace poco mas de una década y que ahora yace en el sueño del olvido y el deterioro progresivo.
Punta Cantera es un promontorio rocoso de superficie triangular que se adentra en el saco interno de la Bahía de Cádiz. Está situada en San Fernando, en la costa oeste, entre la Casería de Osio y el Centro comercial Bahía Sur, rodeado por los Polvorines de Fadricas.
La primera ocupación humana de Punta Cantera se constata por la aparición en la playa de Fadricas de guijarros tallados de cuarcita y silex. No está comprobada la presencia fenicio/púnica en Punta Cantera, pero los romanos, herederos de sus tradiciones alfareras a partir del II a.n.e. (al fin de la 2ª Guerra Púnica), dejaron un taller cerámico a pocos metros de la orilla del mar, frente a la llamada Cala de los Arcos.
La primera anotación cartográfica a un lugar denominado fadricas aparece en la Ínsula Gaditana, el famoso plano de Fray Gerónimo de la Concepción (1690). Por entonces la Isla de León es patrimonio de la Casa de Arcos. El duque ha estado cediendo a la rica burguesía gaditana parcelas, de forma que la superficie de la Isla se va poblando de caserías, viñas y salinas. Una de ellas, la que más nos interesa, perteneció a Fadrique de Lila y Valdés, 2ª hijo de Carlos van Lille y van Thune, uno de tantos flamencos, súbditos el rey español, que se afincaron en la bahía gaditana durante el XVII atraídos por la oportunidad de negocios con América. La toponimia del lugar, como todos los de la Isla de León, surge de él. De las casas de Fadrique, se pasa a las fadricas, y de ahí al sitio que nombran de las fadricas, como se cita en los documentos del XVIII.
Fadrique murió sin hijos en 1670, y la hacienda de Fadricas pasó a manos de sus herederos, que siguieron pagando al duque de Arcos, hasta mitad del siglo XVIII, 20 reales de vellón cada año. Entre estos herederos encontramos a su sobrino, Jose Domingo Colarte y Valdés, hijo del primer marqués de El Pedroso, también de origen flamenco, que fue propietario, según la información del mapa Lobo/Quintana, de un molino de mareas y de un importante edificio que se llamó Casa Blanca.
Justamente donde Fray Gerónimo sitúa fadricas y la casería de Infante, más tarde se ubicarían los polvorines de la Armada.
Basándonos en la información cartográfica, en el XVII existían construcciones muy representativas de la actividad humana que se desarrollaba aquí, en lo que posteriormente serían los terrenos militares que se abandonaron en el XXI.
Las fadricas constituyó un importante núcleo de actividad comercial que surge a lo largo del XVII (y continúa hasta el XIX) desde el momento en que las flotas de galeones y la Armada de la Mar Océano hibernan, a resguardo de temporales y enemigos, en el caño de la Carraca. Aún no existe el arsenal, de ahí que la pobre infraestructura de las cercanías, es decir, las caserías que han ido surgiendo en esta costa, se utilicen como almacenes para apoyar la provisión a buques de guerra y comerciales. Este apoyo incluye, por supuesto, el agua que las dotaciones beben diariamente, y la que deben acopiar para las largas travesías. Para facilitar estas aguadas se construyó en el último tercio del XVII un acueducto sobre arcadas que la traía hasta la casería de Fadricas. Este acueducto, que la documentación del XVIII nombra como pasaje de las aguadas, se mantuvo en pie hasta 1975.
La cartografía francesa e inglesa que ilustra el ataque angloholandés de 1720 a la bahía gaditana coincide en dos datos: que la costa oeste es lo más representativo de la Isla de león, y que en el lugar que Fray Gerónimo llama fadricas existe una notable construcción que nombran expresamente como The White House o La Maison Blanche, es decir, la Casa Blanca.
Durante las primeras décadas, la Casa Blanca (que aparece citada indistintamente como almacenes de Colarte, casería de fadricas o casas del Pedroso), se alquilan continuamente a la Real Marina para alijar mercancías de todo tipo. Junto a la Casa Blanca, en terrenos que gestionaba directamente el corregidor del Duque de Arcos, se levantaron otros almacenes y viviendas que se alquilaron continuamente durante el setecientos a comerciantes de la zona gaditana. Laas vicisitudes de la Casa Blanca continuaron a lo largo de su existencia. Junto a sus muros se habilitó una batería de cañones que acosó a la escuadra francesa del almirante Rosilly en 1808. Durante el asedio francés de 1810 a 1812, se utilizó para guardar los útiles navales que los sutiles necesitaban. Hacia el final del asedio estuvo a punto de convertirse en Hospital. Durante el Trienio Liberal de 1820/23, la Casa Blanca fue cuartel de tropas leales a la Constitución de 1812. En 1865, para prevenir y atajar una posible epidemia de cólera en San Fernando, la Junta local de Sanidad transformó la Casa Blanca en un lazareto de observación.
En 1960 fue expropiada y demolida por la Armada para ampliar la zona de seguridad de los polvorines que habían ido creciendo en Punta Cantera. Hoy día no quedan señales de ella ni del acueducto que el pueblo conoció como “los arcos”.
EL EMBARCADERO DE LAS FADRICAS
El centro neurálgico de este comercio, y su salida natural al mar, es un embarcadero situado en el mismo lugar que los romanos debieron utilizar para embarcar su producción anfórica. Este embarcadero, el primero que se habilitó en la costa oeste, existe en las fadricas, al menos, desde 1685, y hoy día, aún conservamos.
Está formado por dos espigones paralelos, construido en sillares de roca ostionera y con una actividad comercial hasta 1959. El muelle izquierdo ha perdido unos metros del extremo, el resto permanece muy bien conservado.
Desde aquí partían las provisiones y aguadas para las armadas del rey y también para los buques que comercializaban con las Indias, allá por el siglo XVIII. Fue usado hasta bien entrado el siglo XX por barcos de cabotaje que intercambiaban mercancías en el entorno de la Bahía.
Tanto el sobrino de Fadrique, como el duque de Arcos, así mismo propietario de tres almacenes y tiendas en el Sitio de Fadricas, los utilizaron profusamente a lo largo del siglo XVIII en una continua actividad comercial. Colarte arrendó repetidamente sus almacenes y bodegas a la Marina, que los usó a su vez para la provisión de víveres que se embarcaban en las flotas armadas. Por su parte, los del duque de Arcos, según detalla el historiador isleño don José Luís López Garrido, se alquilaron sin descanso a particulares para almacenar y vender aceite, vino, vinagre, aguardiente, etc. También hubo en el entorno del Embarcadero de Fadricas un importante almacén de sal para controlar su renta, hasta tal punto trascendente que, en opinión de dicho historiador, “la explotación y cultivo de la sal en San Fernando sea un proceso ligado a épocas contemporáneas, y la tradicional vinculación de la Villa con la sal, tenga realmente sus orígenes en el almacenamiento de dicho producto en la zona de Fadricas”.
Es patente que, al amparo del auge económico de Cádiz en el siglo XVIII, se inició en Fadricas una rica actividad comercial en tres direcciones: comercio hacia las Indias, provisión de víveres y demás pertrechos para las flotas armadas y apoyo al abastecimiento del incipiente núcleo de vecinos de la Isla de León. Y tal actividad comercial fue posible gracias a la existencia de un embarcadero que se construyó junto a la Casa Blanca a finales del siglo XVII. Tal vez el primer plano que lo muestra sea una carta náutica atribuida al piloto de galeras Legay, que muestra la distribución de la flota combinada de Francia y España antes del ataque angloholandés de 1702 (Biblioteca Nacional de París, C. et P. 61,4,17). En ella se aprecian, delante de la “Maison Blanche”, los dos espigones del Embarcadero de Fadricas.
La Guerra de Sucesión Española, entre 1701 y 1713, implicó un notable incremento en la actividad del Embarcadero. Desde él se aprovisionaron los navíos que participaron en el asalto a Barcelona, último reducto de los partidarios del archiduque Carlos; se cargaron “Flotas Armadas de la Mar Océano” que esperaban fondeadas en la bahía; se hacían las aguadas, recogidas del acueducto que llegaba hasta sus inmediaciones; incluso desde el Embarcadero partían los enfermos de la Marina, y su maestranza civil, para llevarlos hasta el Real Hospital de Cirugía de Cádiz.
En la foto, sobre el polvorín C-2 que vemos al fondo se alzaba la llamada Casa Blanca. Escalerilla del apeadero. El embarcadero se usó para la carga de las aguadas y de mercancías desde finales del siglo XVII hasta mitad del XX.
EL DESAPARECIDO ACUEDUCTO, EL PASAJE PARA LAS AGUADAS
Fray Jerónimo también nos dejó en 1690 un bonito dibujo del “pasaje para las aguadas de su majestad”, es decir, el acueducto que los isleños llamaron “Los Arcos”. Se construyó antes de 1690 para traer agua a las inmediaciones de Fadricas. Con ella se llenaban toneles y pipas que luego se embarcaban hacia buques de guerra y particulares que esperaban fondeados en la bahía.
Mapa de Fray Gerónimo donde se aprecia el acueducto, la Casa Blanca y el molino de mareas.
El acueducto se mantuvo en pie hasta 1975. Al estar dentro del perímetro militar fue derribado, tal vez para tener mas visibilidad. Los Arcos se sustentaban sobre una calzada que no se destruyó. Ahí debe permanecer. La noria que extraía el agua dejó de usarse hace unos 60 años
LOS ALMACENES PARA LA PÓLVORA DE SU MAJESTAD
Para mantener una Armada como la española, que llegó a ser la segunda potencia naval del planeta, fue preciso apoyarla desde tierra con centros de suministro. En lo que toca a la Isla de León esto se concreta en la Casa Blanca, casería de Infante y Real Carenero; más tarde se incorpora el arsenal de la Carraca para aglutinar casi toda la actividad naval. Pero hay un aspecto que en Punta Cantera, por su situación estratégica, encuentra perfecto acomodo: los primeros almacenes para la pólvora de Su Majestad, que suministraron tal género a las Armadas borbónicas.
Los Almacenes de Pólvora eran necesarios para que la flota naval pudiera defender el inmenso imperio español. La Bahía de Cádiz era un buen refugio para nuestras flotas de los ataques de las otras potencias que tratan de entorpecer el comercio con América. En torno a la bahía existían buenas defensas artilleras como las situadas en el Puntal, Matagorda y Trocadero.
El 22 de marzo de 1728, el ingeniero director de la Junta de Fortificaciones de Cádiz, don Ignacio Sala Garrigo, envía una carta al marqués de Castelar. En esta carta reflexiona sobre “las grandes desgracias que pueden suceder con la pólvora y especialmente en esta plaza (Cádiz), donde se halla una gran cantidad de ella en dos almacenes grandes muy cerca uno de otro, y en la torre de San Sebastián, que si por accidente, o por algún rayo, le pegase fuego... discurro perecería sin duda alguna el todo o la mayor parte de esta ciudad...”
Para solucionar este riesgo propuso, entre otras posibilidades, construir cuatro almacenes de pólvora, capaces de contener 1680 barriles cada uno, en “las alturas de la entrada de la Ysla de León... no lejos del fuerte o batería llamado la Alcantarilla”, es decir, en los actuales terrenos de Camposoto. Los vecinos y hacendados de aquel lugar apelaron y solicitaron amparo para evitar su construcción en una zona tan cercana a casas y huertas.
Y es en Punta Cantera, mientras se resolvía el contencioso de la ciudad de Cádiz contra la construcción de los Almacenes de Pólvora en Camposoto, donde se levantarán tres de ellos para uso de la Marina.
Los planos que presentó Sala y que fueron enmendados por el marqués de Verbóm, Ingeniero Director de las Fortificaciones del Reino:
"PLANO, PERFILES Y ELEVACIONES de un almacén senzillo para repuesto de pólvora capaz de contener 1600 quintales y más si se quisiere, en el qual es según la ydea del que se ha construido en el castillo de Gibralfaro de Málaga,y se propone para modelo de los quatro que se deven erigir en la Ysla de León, cuyo coste se considera prudencialmente montará en aquel paraxe a tres mil y quinientos pesos.
ADVERTENCIAS PARA SU CONSTRUCCIÓN. Los cimientos de este edificio y toda la pared de cerco deve ser de mampostería ordinaria. Las paredes, pilares, estrivos y bóvedas, cavalletes del cerco y garitas serán de ladrillo de la mejor calidad que se pudiere encontrar. Las bóvedas se recubrirán con una buena costra de hormigón bien condicionado y puesto con mucha prolijidad y cuidado para que despidan las aguas y evitar que no penetren dichas bóvedas. El suelo del almacén se hará de pie y medio a dos pies más alto que el terreno de afuera y se solará con ladrillos de canto para que esté seco, y sobre él se colocarán los maderos sueltos para poner los barriles en la forma que demuestra el plano y perfiles. El corredor que hay entre el almacén y pared de cerca se empedrará dándole el pendiente que necesitare assi para apartar las aguas del edificio como para que salgan fuera. Lo demás tocante a los gruesos y altos de paredes y disposición del edificio no necesita de más explicación por estar todo demostrado en este diseño."
Jorge Próspero Verboom. 1728
El 24 de enero de 1730 el rey dona a la Real Marina una superficie de 82.900 m2 situados en Punta Cantera. El 5 de febrero de 1730 se construyen tres polvorines, Santa Bárbara, San Bernardo y San Gerónimo. El 2 de enero de 1731 se entrega a la Real marina los tres almacenes, comenzando una historia que durará hasta el 22/08/2001 en que se desmantelan y se trasladan a Rota.
En la foto de abajo el polvorín 123 (San Bernardo), uno de los tres polvorines originales de 1730. Desde 1975 se usaron como almacenes de material inerte. Sobre el de Sta. Bárbara se construyó el polvorín A-3.
El antiguo polvorín 114 (San Jerónimo), construido por el ingeniero militar Ignacio Sala Garrigó en 1730.
Medio cañón de piedra para desagüe que "...deberán ser precisamente de Piedra de Sancti Petri o de otra piedra que no reciba el agua como la de la Ysla".
Interior del polvorín San Bernardo.
Garita situada junto al polvorín de San Jerónimo.
En los años 60 del siglo XX la colaboración militar con Estados Unidos propició la modernización de los polvorines, y se contruyeron los primeros de tipo "A" en el extremo de Punta Cantera, diseñados para contener munición de alto poder explosivo. En los años 70 se construyeron los polvorines trapezoidales de tipo "B".
Polvorines de tipo B, orientados de forma que la explosión de uno no propagara fuego a los colindantes. Diseñados para almacenar principalmente cartuchería con poco poder explosivo.
Polvorín B-8. Hay trece de este modelo.
Interior de un polvorín tipo B
Polvorín B-12
Polvorín B-10
Antiguas oficinas entre los polvorines B-2 y B-6
Polvorín tipo Miranda conocido como "el sepulcro", construido en la década de los años 30 del siglo XX, utilizado para almacenar municiones obsoletas.
Interior del "sepulcro"
Antiguo polvorín reconvertido en el A-5.
Polvorín A-4, diseñado para almacenar munición con alto poder explosivo. El merlón frontal y lateral impediría que, en caso de accidente, la onda de choque progresara en dirección a zonas habitadas.
Puerta del polvorín A-4
Polvorín semienterrado denominado España, reconstruido en 1945 después de un incendio.
Antiguos polvorines construidos en la década de los años 20/30 del siglo XX. Eran edificios inspirados en una idea de Augusto Miranda y Godoy, ministro de marina, semienterrados y con débil techumbre para que, en caso de accidente, la onda de choque se dirigiera hacia arriba. Desde los años 70 del siglo pasado dos de ellos se reconvirtieron en aljibes.
Otro de los polvorines tipo Miranda reconvertido en aljibe.
Polvorín C-2, diseñado para almacenar pirotecnia, cebos, pólvora negra y, en general, material de escaso poder detonante. Situado junto al embarcadero, sobre este polvorín se levantaban los almacenes de Colarte (Casa Blanca).
A pesar de la vigilancia se está expoliando las estructuras y elementos metálicos de estos polvorines para su venta ilegal como chatarra. En la foto vemos hojas de segueta rotas, empleadas para cortar las bisagras de las puertas.
Garitas modernas
LA MURALLA DE PUNTA CANTERA
En la segunda mitad del siglo XVIII se construyó la Muralla de Punta Cantera cuya finalidad fue defender los depósitos de pólvora contra los franceses, ingleses, realistas o constitucionales desde hace mas de dos siglos. Se conservan intactas, con detalles ornamentales de aire barroco (desagües sobre ménsulas, remates, uniones zulacadas y enchinadas, etc.)
Aun se conservan cinco desagues en forma de cañones de piedra, apoyados en ménsulas.
Enchinado de los sillares.
EL MUELLE PARA LA PÓLVORA DE SU MAJESTAD
Una vez entregados los tres primeros polvorines para la Real Marina, en 1730, se hizo imprescindible construir en Punta Cantera un muelle para embarcar con facilidad los barriles de pólvora hacia los buques de guerra. El primer proyecto de un muelle para la pólvora de Su Majestad data de 1751, y lo presenta Joachim Manuel de Villena, comisario general de la artillería de Marina, al Marqués de la Ensenada. Este proyecto fue bien informado por don Jorge Juan y Santacilia "...con la prolijidad que se debe el terreno, soy de sentir que será de mucha utilidad esta obra...". El proyecto, aunque simplificado, se construyó entre 1777 y 1789. En desuso desde principios del siglo XX, hoy día resiste a duras penas los embates de la pleamar.
El Muelle para la pólvora de Su Majestad es un original espigón fabricado en rampa descendente, con sillares machihembrados de roca ostionera y piso empedrado. Se utilizó para embarcar y desembarcar pólvora negra y como apostadero de la flota de sutiles en la batalla naval contra la escuadra del almirante Rosilly (1808), el sitio napoleónico de 1810/12 y en la lucha contra los Cien Mil Hijos de San Luís, en 1823. También tuvo uso civil y quedó en desuso en el último tercio del siglo XIX.
Piso empedrado del espigón
Sillares de roca ostionera, machiembrados, del borde exterior del espigón.
Apeadero para personas.
Conocida como "la Garita de la Muerte", fue construida en el siglo XVIII con mampostería de piedra ostionera y ladrillos y posteriormente recubierta de cemento.
"Al joven Debreuille lo convirtieron en soldado. Tal vez un buen día lo sacaron de su casa, allá por la campiña francesa, le dieron un uniforme, un fusil y una bayoneta, y a las órdenes del duque de Angulema, futuro rey Carlos X de Francia, atravesó la península ibérica en una imparable marcha militar. Ese paseo triunfal se detuvo en el Puente Zuazo, frente a la ciudad que ya se conocía como San Fernando. Puede que no lo supiera, pero el soldado Debreuille fue uno de los Cien Mil Hijos de San Luís que devolvieron el poder absoluto a Fernando VII.
Cuando se rindieron los defensores de la Constitución de 1812, el joven Debreuille debió formar parte de las tropas que custodiaban los Almacenes de Pólvora de la Marina, en Fadricas, y una calurosa tarde de agosto, mientras montaba guardia sacó su bayoneta y nos dejó su recuerdo: DEBREUILLE 7 AOUT 1824." (La Heredad de Fadrique).
Muy cerca hay otro grabado con el año 1776, fecha próxima a la construcción del muelle. Debajo dos hileras de lineas con las que posiblemente estuvo marcando el número de guardias que hizo.
En ese talud de escombros reposan los restos de la batería de Punta Cantera o Reducto de la Cantera (principios del siglo XIX), conocida como Reducto Inglés Nº 22.
"Situado en el punto más a propósito para cooperar a la defensa de la costa de bahía ya por su situación ya porque se introduce en ella en términos que la divide a derecha e izquierda en dos ensenadas llamadas la una de Santibañez la otra del Ocio. Tiene por esta razón como objetos para sus flancos el flanquear las referidas ensenadas y por su frente el defender su Muelle de unas doscientas cincuenta varas de longitud para facilitar el desembarco y embarco aún en baja marea. Este reducto está tan bien situado que es el que presta más protección al apostadero de Bahía que por lo tanto toma de aquí su nombre. Su importancia y consideraciones referidas han hecho que se coloque en ella mucha artillería que son tres morteros, dieciséis cañones de a 24 y dos obuses de a 9. Total 21 piezas. En su interior bien espaldado hay un almacén en el cual está alojada su tropa y aunque no cerrado hay en su gola un foso cuya defensa protege en algún modo el emplazamiento para la fusilería que hay colocada sobre el referido almacén".
Plano del Reducto Inglés Nº 22 o Reducto de Punta Cantera
EDIFICIOS
El taller de munición
Los talleres de mantenimiento y pintura
Oficinas, viviendas, almacenes y cuartel.
EL LAZARETO DE INFANTE
A unos 300 metros del muelle y en la misma línea de costa se encontraba el Lazareto de Infante. Este fue un lazareto provisional ubicado en la Casería de Infante, situada en la actual ciudad de San Fernando, Bahía de Cádiz, España, durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX. Fue utilizado como puesto para vigilar la entrada de mercancías y personas sospechosas de padecer enfermedades contagiosas.
En la antigua Isla de León, la actual ciudad de San Fernando (Cádiz, España), un poco más al norte de “las fadricas” y Punta Cantera, a orillas del saco interior de la Bahía de Cádiz, se ubicaba la casería que perteneció a don Juan Infante de Olivares, regidor perpetuo de Cádiz, al menos desde finales del siglo XVII. Detrás de la casa se roturaba una extensa huerta con casi seiscientos árboles frutales, y detrás de ésta se abría un pinar que los dueños cuidaban con esmero.
La casería de Infante llegó a disponer de diez almacenes, varios de los cuales fueron Provisión de Víveres de la Armada durante buena parte del siglo XVIII. Pero lo que ha marcado la historia de este lugar ha sido su uso como lazareto. Efectivamente, desde 1722 el cabildo gaditano, amparado en la política de sanidad pública impulsada por los Borbones, alquiló intermitentemente la casería de Infante para prevenir la propagación epidémica de la peste bubónica y la fiebre amarilla. En este lugar, desde entonces llamado Lazareto de Infante, se habilitó un pequeño muelle, útil en pleamar, para desembarcar personas y mercancías.
La instalación en la bahía gaditana de la Casa de Contratación, del Departamento Marítimo y, más tarde, del Arsenal de la Carraca, hizo que el Real Hospital de Cirugía de Cádiz, que atendía al personal vinculado a la Real Marina, se quedara pequeño. Esto propició, ya en 1736, que las autoridades intentaran reconvertir el Lazareto en el hospital que la Marina necesitaba. El asunto cristalizó en 1777, cuando en la vieja casería de Infante comenzó a funcionar un hospital, capaz de atender trescientas camas, que se llamó Hospital Provisional y Real de Infante. Este establecimiento cedió sus funciones sanitarias al Hospital de San Carlos en 1809. Pero las epidemias de fiebre amarilla que brotaron en el siglo XIX, obligaron a que el Lazareto retomara sus tradicionales tareas de prevención. De esta casería, que tanto contribuyó a la salud de la bahía, apenas queda visible un trozo de muro que lame la pleamar.
Aquí llace enterrado un campo de enormes tinajas que pertenecieron al Lazareto y que se utilizaron para lavar con lejía ropas y prendas de cama de los enfermos de fiebre amarilla, que asolaron la Isla de León y cádiz en los siglos XVIII y XIX.
También aquí estuvo ubicada la Batería del Lazareto: "estuvo situada en el centro de la ensenada que forma Punta Cantera y el muelle de Osio, en el extremo norte de los terrenos que fueran del marqués del Pedroso, donde se levantó el taller para munición de mediano calibre en 1977. Sus seis piezas (dos cañones de 16 libras y cuatro de a 8) habrían defendido el Espigón, que tenía justamente enfrente. A derecha e izquierda estaban los muelles de la Casa Blanca y del Lazareto, el cargadero de piedra para la Cortadura de San Fernando y el muelle de Osio, cuatro posibles puntos de desembarco enemigo, que también serían seriamente defendidos con su fuego. Según la descripción del capitán Carlos de Vargas, ingeniero voluntario, esta batería era una construcción de paredes débiles que difícilmente habrían resistido el fuego directo, y dotada de fosos estrechos y poco profundos" (Carlos Vargas Machuca).
Batería del Lazareto : Construida en 1810 para la defensa de Cádiz con la unión de los edificios anteriores del Lazareto y Casablanca a una batería circundada por foso y cerrada por la gola; estuvo artillada con 6 piezas de diversos calibres que cruzaban sus fuegos con los del reducto de la Cantera y los de la batería del Ocio (Antonio Gil Albarracín).
PANTALANES
Junto al lazareto se encuentra el Pantalán de Osio, de 400 metros de longitud y que delimitaba el perímetro de seguridad marítima de este lado.
Los restos del Pantalán de Herrera, que cerraba el perímetro de seguridad del lado opuesto
A unos 350 metros del antiguo lazareto y del pantalán de Osio, en la conocida como "playa de la casería" estuvo ubicada la Batería de Osio.
Batería de Osio
Leyenda en el Atlas de Carlos de Vargas Machuca: "Situada sobre el muelle de la Casería de Ocio la batería vieja los primeros días del establecimiento de la enemiga del Molino de Guerra que cae a su frente para resguardar de un golpe imprevisto de los buques del tráfico y provisiones que se guarecen en dicho muelle es también muy interesante para la defensa de esta parte de costa de bahía por lo que casi inutilizada se está construyendo la actual más segura y con mayores ventajas a el efecto, siendo a más de sus objetos de frente flanquear el de la del Lazareto y el del Reducto Inglés nº 1 entre quienes se halla. Por plano se representa lo que hay construido y de puntos lo proyectado. Tiene cinco piezas de a 24 y se trata a más de arpillerar perfectamente los edificios de su gola, de aumentarla una más colocándolas en cureñas de costa pero por ahora se hallan en la batería vieja señalada de puntos porque debe destruirse inmediatamente de concluida la nueva. Lo dibujó el capitán de Infª de línea 1º de Valencia, Don Carlos de Bargas."
Batería del Ocio: "Construida sobre el muelle de la misma denominación en 1810 para la defensa de Cádiz, estaba unida con un parapeto con banqueta para la fusilería a un almacén que se aspilleró para incrementar su capacidad de defensa; estuvo dotada con 9 piezas de diversos calibres que cruzaban sus fuegos con los de otras fortificaciones como la del Lazareto y la Cantera, el reducto Inglés o los de la nueva población de San Carlos, entre otros. En 1823 los constitucionalistas situaron en esta batería 5 piezas" (Antonio Gil Albarracín).
EL CEMENTERIO
No podría dar por acabada esta entrada sin hablar del cementerio de San Carlos donde yacen muchos soldados relacionados con esta historia. A unos 450 metros de la Batería de Osio y a 1500 m. de Punta Cantera se encuentra el olvidado Cementerio de los Soldados, también conocido como Cementerio de San Carlos, Cementerio de los Franceses, de los Ingleses, etc.
Aquí hay mas de cinco mil setecientos muertos enterrados. Ya no quedan restos de lápidas, cruces o nichos.
Los dos primeros enterrados en el Cementerio de los Soldados, de los que tenemos conocimiento, murieron el primero de agosto de 1809 en el Hospital de San Carlos. Ambos, el sargento Jean Pinot, preso en el Cuartel de San Carlos, y el soldado Jean Brull, prisionero en el pontón Terrible. Un total de trescientos trece franceses se inhumaron en él entre agosto de 1809 y febrero de 1810.
El cementerio acogió, entre 1810 y 1911, a 5.468 españoles fallecidos. Y entre ellos a los más de novecientos muertos en la defensa de La Isla de León durante el asedio francés de 1810 a 1812. Reposan en la tierra del cementerio una veintena de franceses pertenecientes a los Cien Mil Hijos de San Luis. El último enterramiento del que hay constancia documental tuvo lugar el seis de septiembre de 1911.
Punta Cantera forma parte del patrimonio histórico de la ciudad de San Fernando. Aun se puede recuperar, antes que su deterioro sea irreversible. Pero NO SE PUEDE ESPERAR MAS.
MANIFIESTO por un Conjunto Histórico en los Polvorines de Punta Cantera (Fadricas) / San Fernando - Isla de León
(click encima)
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Algunos textos y párrafos de este artículo han sido extraidos, previo consentimiento, de la Web del Milano y del libro La Heredad de Fadrique, ambos del investigador Miguel Angel López Moreno al que desde aquí quiero expresar mi agradecimiento.
Hoy por primera vez he paseado entre los polvorines y Punta Cantera, y me ha dado por buscar información en internet, y he encontrado su página. Magnífica colección de fotos e historia, enhorabuena!!
ResponderEliminarGracias Jesús.
Eliminaruna pena que tan interesante legado y historia de nuestra tierra acabe abandonada .gran documento,gracias
ResponderEliminarUn reportaje muy bien documentado e ilustrado.
ResponderEliminarEs una pena que se pierdan los lugares históricos de San Fernando, que no se cuiden,se enseñen con su historia y promocionen.
No sabemos cuidar nuestros tesoros.
Muchas gracias Manuel, ya estuve en los polvorines un par de veces y siempre quise saber más sobre ello. Tu blog me ha ayudado mucho y me solucionado dudas. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por la opinión. Me alegra saber que te ha ayudado.
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