La ruta parte del área recreativa de la Sauceda, en el término de Cortes de la Frontera (Málaga). El primer tramo lo haremos por la Garganta de Pasadallana hasta su cabecera, lugar donde transcurre una pista que nos dejará cerca del Canuto de los Sauces o del Moro que nos llevará en continuo ascenso hasta el Pico del Aljibe (1091 m.), el mas alto del Parque Natural de los Alcornocales. El regreso lo haremos por el mismo canuto para luego continuar por la Garganta del Moral y la laguna que lleva el mismo nombre.
CARACTERÍSTICAS DE LA RUTA
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Fecha | Mayo 2016 |
Pueblos cercanos | Cortes de la Frontera (Málaga), Alcalá de los Gazules (Cádiz) |
Paraje, Parque... | Parque Natural de los Alcornocales |
Comienzo | Area Recreativa de la Sauceda |
Final | En el punto de inicio |
Distancia aprox. | 13,5 km |
Tiempo | 8 horas (paradas incluidas) |
Desnivel - Alturas | Inicio y final: 505 m. (La Sauceda) - Altura máxima: 1.091 m. (Pico Aljibe) Desnivel: 586 m. |
Dificultad | Media |
Trazado | Circular y lineal |
Track | Descargar aquí |
Comenzamos nuestra ruta a un lado de la carretera C-3331 de Puerto Galis a Jimena de la Frontera en el Núcleo Recreativo Ambiental de la Sauceda.
El Valle de la Sauceda es tristemente famoso por los hechos acontecidos durante la Guerra Civil, debido a la matanza de hombres, mujeres y niños que tuvo lugar por las tropas franquistas, apoyados por la aviación de la Legión Cóndor Alemana. La Sauceda fue el primer Guernica.
En el comienzo nuestra ruta transcurre por la margen derecha de la Garganta de Pasadallana.
Rápidamente nos adentramos en el encinar y lo primero que llama nuestra atención es esta solitaria piedra de molino.
Pasamos por este puente sobre un arroyo tributario del Pasadallana.
Vemos una segunda piedra de molienda, pero esta vez situada al pie del Molino del Mondo o del Medio que apenas es perceptible al estar cubierto por la vegetación, principalmente zarzas.
Mas arriba, a escasos metros, vemos los restos de lo que fue la alberca del Molino del Mondo. Aquí se retenía el agua que luego a través del cao caía por el cubo hasta las palas del rodezno encargado de hacer girar las piedras.
Pronto llegamos a las primeras cabañas de la Sauceda, usadas como alojamiento (previo pago y reserva) para el turismo rural. El Poblado o Aldea de la Sauceda es todavía un magnífico ejemplo del milenario sistema de aprovechamiento agroforestal de los primero pobladores de estas tierras. Las viviendas que lo componen, que llegaron en algunos momentos a acoger a mas de un millar de habitantes, se encuentran dispersas por el territorio, si bien asociadas a dos grupos principales; uno alrededor de la Ermita y otro en las cercanías de la Laguna del Moral.
La base del sistema es la vivienda principal del núcleo familiar, de planta generalmente cuadrangular y edificada con los recursos del entorno; piedra arenisca, barro, brezo, corcho y cal. Anexos a estos edificios estaban el chozo (que hacía las veces de cocina), el horno de pan, los cercados y zahurdas para el ganado y los huertos delimitados por muros de piedra o bardos. Aparte de la viviendas, existían otros edificios singulares como los molinos harineros, el cementerio, la ermita escuela y la Casa del Alcalde, aun hoy reconocibles.
Como corresponde a un territorio que fue frontera entre el Reino Nazarí de Grandaa y la Corona de Castilla, la Sauceda fue en algún tiempo refugio de bandoleros y desaforados, que no siempre. La historia reciente de la Sauceda termina con el bombardeo y la toma del poblado a principios de noviembre de 1936 y su posterior abandono. La reconstrucción de algunas de sus casas y su dedicación a alojamiento rural se produce en el último cuarto del siglo XX.
Cruzamos un segundo puente para situarnos ahora en la margen izquierda de la Garganta del Pasadallana.
En una amplia explanada podemos ver lo que quedó de la antigua Ermita de la Sauceda tras el intenso bombardeo en 1.936.
El reconstruido horno de pan.
Continuamos paralelos al cauce de la Garganta de Pasadallana. En estas sierras los cauces fluviales se presentan en forma de arroyos encajados en valles estrechos entre la arenisca. En la parte baja de estos valles, la vegetación forma bosques de galería, del tipo subtropical, conocidos como laurisilva, por el parecido de muchas de las especies que lo forman con el laurel.
Los bosques de galería están constituidos principalmente por especies como laurel, avellanillo, acebo, y el llamativo ojaranzo o rododendro. En la parte más elevada de estos cauces, en las zonas más agrestes de torrenteras y arroyos, se forma un ecosistema único en Europa, denominado canuto. En ellos, es posible reconocer una gran variedad de helechos, algunos exclusivos de estas sierras, otros únicamente existentes en zonas tropicales, alejadas varios miles de kilómetros de estos lugares.
En los márgenes del río vemos los primeros hojaranzos o rododendros que ya han florecido.
Rododendro, hojaranzo, revientamulas.... (Rhododendron ponticum subsp. baetica). Flor de rododendro, hojaranzo o revientamulas (Rhododendron ponticum subsp. baetica). El color varía entre el blanco, rosado, rojo y violeta. Es un arbusto de las familia de las Ericáceas y esta variedad solo se encuentra en el sur de España concretamente en los canutos de algunos ríos del Campo de Gibraltar y la Sierra del Aljibe. La planta contiene un alcaloide llamado grayanotoxina que puede ser venenoso para el ganado.
Muy cerca se encuentra el Alcornoque de la Ventana, incluido en el catálogo de Arboles Singulares de Andalucía. Su tronco se encuentra hueco y está abierto al exterior por una oquedad.
Nos acercamos a ver el Molino de las Cuevas.
Pequeño salto de agua en la Garganta de Pasadallana.
A poca distancia se encuentra otro salto que proviene de un arroyo tributario que suministraba el agua al Molino de las Cuevas. En su nacimiento o manantial, ladera arriba, han colocado una caseta de captación y derivación que ha hecho disminuir considerablemente su caudal.
El mismo salto de agua en el año 2010.
El sendero pasa junto al Alcornoque de la Vereda, incluido también en el catálogo de Arboles y Arboledas Singulares de Andalucía.
Este aljibe almacena parte del agua de algún manantial situado en la cabecera de la garganta.
El sendero de la Garganta de Pasadallana acaba en esta pista que forma parte de un carril-bici.
Dejamos el carril para continuar subiendo por el Canuto de los Sauces o Canuto del Moro.
El Canuto de los Sauces o Canuto del Moro es un lugar de gran belleza.
Dejamos atrás el bosque para continuar por la loma del monte, mas desprotegida y cubierta de jaras.
Llegamos a las primeras formaciones rocosas donde está situado el punto de mayor altura de nuestra ruta.
Sillares a ras de la tierra que forman una estructura cuadrangular.
En la peña se encuentra la conocida como "pilita de la reina", que al parecer puede tratarse de una tumba antropomorfa, muy abundantes en el Parque Natural de los Alcornocales.
Grabados sobre la arenisca que rodea a la tumba y que los líquenes van cubriendo.
También podemos encontrar otros misteriosos grabados.
Subimos a la peña rocosa donde se encuentra el vértice geodésico y punto de mayor altura de la Sierra del Aljibe y Parque Natural de los Alcornocales (1.091 m.). Aunque toda la ruta la hemos hecho por el término municipal de Cortes de la Frontera (Málaga), la cima está situada en el término de Alcalá de los Gazules (Cádiz). El tiempo va empeorando por momentos.
Estamos en el "Balcón de Los Alcornocales", el punto más alto de este Parque Natural. Desde aquí en días claros las vistas alcanzan el Estrecho de Gibraltar y la costa africana, la gran cuenca del Barbate, la bahía de Cádiz, la sierra de las Cabras, la gran llanura sevillana, Ubrique, la Sierra del Pinar y, la Serranía de Ronda y Sierra Bermeja.
En pocos segundos una nube baja rápidamente y nos envuelve.
Hacemos rápidamente la foto de rigor porque el viento iba en aumento.
Una parte del vértice yace a los pies de la roca.
Y emprendemos el regreso por el mismo camino.
Bajamos por el Canuto de los Sauces o Canuto del Moro.
Y antes de llegar a la pista tomamos un desvío que llevará hasta la Laguna del Moral.
Nos acercamos a fotografiar la Fuente de los Lirios.
La fuente debe su nombre a los lirios amarillos (Iris pseudacorus) que crecen en el humedal que hay junto a ella.
Enlazamos con la pista.
Se llaman "lupias", abultamientos producidos en el tronco y ramas gruesas de los alcornoques y quejigos. Son excrecencias de la madera debido a la multiplicación anárquica de ciertas células cambiables, principalmente debido a algún traumatismo externo. Antiguamente eran apreciadas porque se empleaban para fabricar figuras decorativas y utensilios de corcho.
Abandonamos la pista para descender por la Garganta del Moral.
Y de nuevo conectamos con la pista.
Pero en pocos metros volvemos a dejarla para tomar un corto sendero que nos dejará rápidamente en la Laguna del Moral. El nombre de la laguna proviene de un núcleo de casas cercano, llamado El Moral, del que aún se conservan algunas casas, y en sus proximidades existía antiguamente un inmenso moral, así como castaños, frutales y huerta.
La Laguna del Moral es de origen tectónico. No está ligada a ningún curso de agua y se nutre solo de las precipitaciones locales. En los meses de verano puede llegar a secarse.
LA LEYENDA DE JUANILLO EL DE PASADALLANA (por Miguel Angel Barba):
Levantaba apenas un palmo el sol sobre el prado. El rocío resbalaba lentamente sobre los pétalos irisados de una alfombra tupida de poleos y sus aromas viajaban adheridos a cada átomo insustituible de la mágica atmósfera de La Sauceda. La garganta de Pasadallana iba quedando atrás al remontar Juanillo, el sobrino de Lorenzo “El Farruco”, el bujeo del Gallego.
Un joven venado trotó con descaro al cruzar el sendero y su imagen pareció devolver a la realidad al fornido zagalillo. Hoy era un día importante para él. Sus pasos lo dirigían, rápidos y seguros, hacia su primera experiencia como hombre hecho y derecho
A pocos minutos pasaría junto a la casa de la Laguna del Moral; poco después, donde el quejigo enlaza sus ramas con el algarrobo forastero que un día engendró la cabra en sus heces, hallaría Juanillo su amanecer hacia la madurez: la Casa de La Coracha.
Un pariente cercano del Tío Bernardo “El de La Ermita”, Pedro el cabrero, vino a asentarse en una casa que, antaño, perteneció a Tía María “la de La Pasá”. Pedro vivía solo con sus seis hijas desde que su mujer muriera de una mala fiebre.
Era familia pobre, por lo que no contaban, entre otras carencias, con suficientes mudas de ropa. Esto era conocido por todos los jóvenes del lugar; así como el hecho de que, un día a la semana, cada pareja de hermanas lavaba sus vestidos y mudas interiores, por lo que permanecían ocultas en la casa hasta que al atardecer sus prendas secaran.
Los muchachos se ocultaban entre los jerguenes y escobones cercanos y esperaban pacientemente, como la gineta acechante observa y espera el descuido del arrendajo, a que alguna de las mujeres saliera, ocultando pudorosamente con sus manos y cabellos aquellas zonas que persiguen delirantes los ojos predadores de imágenes placenteras.
Juanillo fantaseaba con la idea de poder contemplar la belleza inalcanzable de María, la hija menor de Pedro, con la lozanía de sus fragantes dieciséis años.
Una vanesa interrumpió su discurso onírico con su pululante aletear; el majuelo quebró con su flor el deambular de la mariposa y su olor despertó definitivamente la mañana que, entre la niebla, poco a poco, se abrió paso camino del quejigal justo cuando Juanillo ocupaba su puesto de acechador frente a la casa.
Durante las dos horas siguientes pareció no pasar nada. El ritmo frenético y acelerado de su corazón provocó la estampida de cualquier forma de vida en varias fanegas a la redonda. Nada ni nadie se movía para Juanillo; solo el olor fragante de la ropa de María devolvió el tiempo al bosque y la vida consciente al joven. La puerta estaba entreabierta. Juanillo se estremeció como el rododendro en el arroyo. Se había asegurado bien de que ningún otro jovenzuelo se acercara por allí. Solo pensar que alguien mas pudiese disfrutar de aquella inconmensurable visión le hacía perder la calma tensa: era y debía ser su tesoro... Un tesoro de imágenes irrepetibles.
De repente, la puerta sonó a castaño añejo y rasuró el suelo hasta abrirse por completo. Una grácil cabellera negra apareció encortinando el umbral; después unos ojos y una nariz que otearon a un lado y otro y, finalmente, un cuerpo que se adivinaba por sus formas oculto tras de un vestido que asía en alto una trémula mano, morena y trabajada, pero con la belleza de unos gráciles y femeninos dedos rematados por felinas uñas que, Juanillo, presintió resbalando por su torso. Toda su espalda relampagueó contoneándose, como aquel oso que en primavera encontró cerca de la Cueva de La Mina, adosado literalmente al tronco poderoso de un castaño en flor, ronroneando.
María, como un corzo al descubierto, cruzó rauda la pequeña distancia que la separaba de un improvisado tendedero entre el algarrobo y la ventana. Ahora estaba de perfil, a escasamente diez metros de Juanillo. Este había buscado un buen cubil; entre el escaramujo, el escobón y el jerguen emergía un profuso y denso majuelo que le ocultaba perfectamente. María ya había tendido toda la ropa. Se giró y el corazón de Juanillo no lo pudo resistir. María... frente a él, posó sus ojos, delicada y dulcemente sobre el majuelo, los deslizó hacia su mirada hasta encontrarla y, con un efímero destello de pudor, le sonrió regalándole toda su eternamente sensible belleza. Juanillo sintió por un momento como se desplegaban sus alas y batía el cortejo de la grulla damisela, profitaba los más melifluos sonidos del cárabo enamorado y, como ruiseñor envelesado en una primavera nupcial imperturbable e infinita, cantó. Cantó toda la noche. Cantó todas las noches de su vida con el polifónico trinar ensimismado de cualquier zarcero que pregona su territorio.
Y ahora, setenta años después de la visión tan deseada, hay una anciana sentada junto a la Laguna del Moral que aún cree oír, en lo mas oculto del bosque, el trino que la desgarra de Juanillo el Hechizado.
Aquí se encuentra el Alcornocal de la Laguna del Moral que está incluido en el catálogo de Arboles y Arboledas singulares de Andalucía. Próximo a la laguna se encuentra un ejemplar de quejigo de grandes dimensiones.
Continuamos hacia el poblado de la Sauceda.
Otro de grandes dimensiones.
Cercano a la Laguna del Moral también hubo un núcleo de casas.
La "Casa del Alcalde", destruida durante la Guerra Civil.
Y llegamos de nuevo al poblado de la Sauceda. A la derecha queda el camino por el que subimos al comienzo de la ruta.
De nuevo la antigua ermita, un patrimonio a conservar (o eso espero).
En lugar de cruzar el puente como hicimos en el comienzo, ahora bajamos por la margen derecha de la Garganta de Pasadallana.
Pasamos al otro lado.
Y llegamos al punto de inicio.
Trazado de la ruta dibujado sobre el mapa
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